Colboni parece no querer el Camp Nou: que esperen sentados la licencia para el re-abrir

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El Camp Nou, el mítico feudo del Fútbol Club Barcelona, lleva tiempo con pinta de obra que no acaba nunca. Es cierto que este estadio ha sido testigo de noches inolvidables, remontadas épicas y goles de leyenda, pero también es verdad que, con el paso de los años, sus entrañas pedían a gritos una puesta a punto.

Ahora, con los andamios, las grúas y el polvo como invitados permanentes, el coliseo blaugrana se enfrenta a una reforma integral que no solo busca modernizarlo, sino situarlo en la liga de los estadios del futuro.

Un lavado de cara que llega tarde (pero llega)

La última reforma gorda fue en 1994, cuando la UEFA dijo “basta” a las gradas de pie, obligando a meter asientos donde antes la gente brincaba sin complejos. Desde entonces, las expectativas de remozar el Camp Nou no han parado de aparecer y desaparecer. Joan Laporta ya lo intentó allá por 2007, pero el tema se enfrió. Luego llegó Bartomeu en 2014 con el famoso ‘Espai Barça’, que se quedó en una idea bonita atrapada por las penurias económicas del club. Ahora, de nuevo con Laporta al mando, parece que la cosa va en serio. O al menos, eso dicen.

Obreros a destajo, pero sin ruido por la noche

A día de hoy, cerca de 1.800 currantes se dejan la piel (y el sudor) para darle una nueva cara al Spotify Camp Nou. Se han colocado asientos nuevos y ahora viene lo jodido: cableados y entramados internos que, seamos francos, no lucen en una foto, pero si no se hacen bien, después vienen los líos. Lo bueno es que se puede trabajar las 24 horas siempre que no se monte un escándalo que despierte a todo el vecindario. Lo malo, que esos plazos iniciales tan optimistas no han aguantado ni un asalto.

Primero se habló de noviembre de 2024, justo para el 125 aniversario del Barça. Luego esa fecha saltó por los aires y apuntaron a finales de año. Ahora ya estamos en febrero de 2025… y algunos hasta apuestan a que la cosa se alargará más. Total, los aficionados llevan tiempo mordiéndose las uñas, así que ¿qué más da un mes arriba o abajo? El problema es que mucha gente dentro del club teme que el baile de fechas continúe.

Lo que nos espera (si algún día se acaba)

Cuando todo este jaleo termine, el Camp Nou será otra historia. Se ampliará el aforo a 105.000 espectadores, lo que pinta muy bien para los días grandes. Además, se montará un techo retráctil, lo que se agradece para protegerse de las lluvias, y una pantalla 360º digna de Las Vegas, para flipar en colores. En el tejado, paneles solares por un tubo, porque la sostenibilidad está de moda y en el Barça quieren colgarse esa medalla.

La tercera gradería se está rehaciendo de arriba abajo y, aunque ahora parezca un cráter, la idea es que resulte más cómoda, moderna y rentable. Sí, rentable. Porque con más capacidad, más gente en el estadio, más ingresos en día de partido y más pasta en la caja. Así de simple. Y no nos engañemos: no solo va de modernizar, va de sumar ceros a la cuenta del club.

Cifras mareantes y socios con la calculadora en la mano

¿El coste? 1.450 millones de euros. Sí, millones con “m”. Una inversión que no solo abarca el Camp Nou, sino también las instalaciones aledañas en Les Corts. El Barça se las ha apañado con unos 20 inversores de talla mundial (Goldman Sachs, JP Morgan, etc.) para que la cosa salga adelante. La devolución, con intereses, comenzará cuando la obra esté lista y el estadio empiece a generar más billetes. Que nadie se asuste, dicen. Pero claro, en un club con un historial financiero tan movidito, siempre hay quien se pregunta si no se está jugando con fuego.

El calendario, esa patata caliente

El gran problema es que las fechas son más volátiles que un extremo brasileño con ganas de regatear. Cada vez que Laporta o alguien de la junta dice un mes, semanas después se filtra que la cosa se va a retrasar. Primero fue el aniversario, luego finales de año, ahora febrero de 2025, y entre bambalinas se escucha el runrún de que igual no regresan hasta la temporada próxima. Para colmo, las licencias para reabrir el estadio no se van a conceder así como así.

Vecinos, movilidad y sostenibilidad: la cuadratura del círculo

Por si fuera poco, la obra no vive en una burbuja aislada. Está en el corazón de Barcelona, rodeada de vecinos que tienen su vida, su trabajo y sus rutinas. El Ayuntamiento y el Barça han puesto sobre la mesa un plan de movilidad supuestamente sostenible para molestar lo menos posible. La teoría es bonita: menos colas, menos ruido, más transporte público y un entorno más verde. Veremos qué pasa cuando las gradas estén a reventar y la gente quiera llegar a su casa sin perder la paciencia.

El club presume también de una sostenibilidad de primera, con la idea de que el nuevo Spotify Camp Nou sea un referente mundial en este apartado. Hablan de reducir huella de carbono, economía circular y biodiversidad. Suena muy bien, pero todos sabemos que, al final, cuando se hable de la experiencia del espectador, importará el asiento cómodo, la visibilidad y la facilidad de entrar y salir sin colas eternas.

Un Ayuntamiento con la mano firme

Y si alguien creía que el Barça podía hacer y deshacer a su antojo, el Ayuntamiento de Barcelona, ahora bajo la batuta de Jaume Collboni, les acaba de recordar que no: la licencia para reabrir el Camp Nou no saldrá como quien pide un café. Desde el consistorio advierten que irán con calma, sin prisas. Nada de atajos ni chapuzas. El estadio debe estar “inmaculado” antes de volver a la acción. En pocas palabras, que la burocracia y los controles técnicos no se los salta ni Messi en sus mejores días.

Y ahora, a esperar... sentado

En resumen, la reforma del Camp Nou va para largo. Hay promesas, proyectos en papel y mucha ilusión. También hay polvo, retrasos, inversores con cara seria y un Ayuntamiento a disposición de Colboni que no piensa dar licencias a la ligera. Mientras tanto, el Barça sigue soñando con su estadio del futuro. Solo que ese futuro, por ahora, parece escrito con lápiz y sin fecha exacta en el calendario.