Enfado monumental de la directiva del Real Madrid con Lunin por decir que hay que ganar partidos "sin ayuda"

El ambiente en Valdebebas está lejos de ser tranquilo. A pesar de que el Real Madrid sigue en la pelea por todos los títulos y suma puntos semana tras semana, la tensión dentro del vestuario y de los despachos no deja de crecer. Y el último episodio tiene un protagonista inesperado: Andriy Lunin.
El portero ucraniano, titular en el polémico partido ante el Leganés por la baja de Courtois, ha provocado un auténtico terremoto con unas declaraciones que no han sentado nada bien en la planta noble del Bernabéu. Tras el partido, Lunin atendió a los medios con la serenidad que le caracteriza, pero dejó caer una frase que ha encendido todas las alarmas: “Tenemos que ganar estos partidos sin ayuda… me refiero, tenemos que solucionarlos jugando bien, ordenados”.
Una frase que, en otro contexto, podría interpretarse como una autocrítica al rendimiento colectivo. Pero en este momento, con el arbitraje en el punto de mira y tras una victoria marcada por dos decisiones muy discutidas, ha sido percibida como una bomba interna. Y lo cierto es que la directiva del club blanco está que trina.
Fuentes cercanas a la entidad aseguran que Florentino Pérez está profundamente molesto con el comentario de Lunin, que considera fuera de lugar, inoportuno y especialmente dañino en un momento en el que el club está siendo acusado de recibir favores arbitrales. No se descarta incluso su venta en verano, independientemente de su rendimiento bajo palos.
Y es que el contexto no ayuda. El Real Madrid-Leganés fue, sencillamente, un escándalo. El penalti sobre Arda Güler que abrió el marcador no parece existir tras ver la repetición desde distintos ángulos. La falta previa al 3-2 de Mbappé también genera muchas dudas, con Renato Tapia claramente sin cometer infracción. Hasta exárbitros consultados por varios medios reconocen que ninguna de las dos acciones debió ser sancionada.
La reacción del Leganés no tardó. Su técnico, Borja Jiménez, estalló tras el partido y denunció el agravio con dureza, algo inusual en él. “Los jugadores estaban indignados”, afirmó en sala de prensa. La guinda la puso el propio club, que a las 12:40 de la mañana publicó un tuit cargado de ironía tras el cambio de hora: “Y encima hoy nos roban también una hora… Seguimos luchando, pepineros”.
El caso Lunin ha caído como un jarro de agua fría sobre la directiva blanca. No tanto por el contenido, sino por el momento. En plena batalla por los títulos, con la Liga al rojo vivo y la Champions en el horizonte, el Madrid no puede permitirse fisuras internas ni declaraciones que puedan ser utilizadas en su contra.
Y sin embargo, la sinceridad de Lunin ha dejado en evidencia lo que muchos piensan dentro y fuera del club: que el equipo no está transmitiendo buenas sensaciones, que la versión de juego es mejorable, y que ganar entre polémicas no es la fórmula ideal para construir autoridad en los meses decisivos.
La relación entre Lunin y el club podría haber quedado tocada para siempre. Su rendimiento ha sido notable esta temporada, ganándose el respeto de los aficionados e incluso el cariño de muchos por su discreción y entrega. Pero en el fútbol moderno, una frase puede pesar más que cien paradas.
Con la ventana de verano cada vez más cerca, el caso está abierto. Y mientras los focos siguen apuntando a los árbitros, al VAR y a las decisiones que benefician al Real Madrid, la verdadera tormenta está dentro de casa.
Porque cuando un portero se atreve a decir lo que otros solo susurran, el problema ya no es solo externo. El problema, quizás, es estructural.