ÁRBITROS

Este es el "pastón" que cobran los árbitros de LaLiga en 2025: "A eso súmale 5.000 por cada partido"

Fotografía de archivo del árbitro Facundo Tello Figueroa. EFE/Silvio Ávila
Los árbitros de LaLiga en 2025 reciben un pastón impresionante: salario base más 5.000 por partido. ¡Descubre todos los detalles!

En plena crisis de credibilidad del arbitraje español, una reflexión de Eduardo Iturralde González, exárbitro internacional y uno de los rostros más mediáticos del colectivo, ha vuelto a poner el foco en una de las grandes incógnitas del fútbol español: ¿por qué los árbitros no pitan con la misma firmeza a equipos como el Real Madrid o el FC Barcelona?

La respuesta, según Iturralde, está lejos de lo técnico o lo futbolístico. Es, sencillamente, económica:

“¿Tú vas a perder o a intentar perder 300.000 euros por salir en la foto, por hacer una huelga o por decir ‘paro el fútbol’?”, se preguntaba el excolegiado en unas declaraciones que han reavivado el debate.

Sueldos millonarios que frenan cualquier movimiento

El salario de un árbitro de Primera División en España puede alcanzar cifras que superan los 250.000 euros anuales, según los datos revelados por medios como The Athletic y Relevo. A su sueldo fijo de 145.000 euros, se suman casi 5.000 euros por cada partido dirigido, más ingresos por derechos de imagen, VAR y dietas. Todo esto convierte a los árbitros españoles en los mejores pagados de Europa, por delante incluso de los colegiados de la Premier League, una competición con un músculo financiero muy superior.

Esta posición de privilegio explica, según muchos analistas y aficionados, la falta de firmeza del colectivo arbitral ante los grandes clubes. El miedo a verse desplazado, a no ser designado para los partidos más importantes —donde está el escaparate y el dinero—, condiciona la toma de decisiones en el campo.

Cuando pitar contra los poderosos sale caro

La presión mediática, las campañas orquestadas desde ciertos clubes y las críticas constantes, como las que protagoniza habitualmente el Real Madrid, generan un ambiente asfixiante. El caso más reciente es el recurso por la tarjeta roja a Jude Bellingham en Pamplona, una acción que ha desatado otro aluvión de críticas hacia el árbitro Munuera Montero, quien además se ha visto envuelto en un posible conflicto de intereses por su actividad privada.

La pregunta que flota en el ambiente es clara: ¿cuántos árbitros están dispuestos a jugarse su estatus y su sueldo por pitar con valentía contra los grandes? Las respuestas parecen escasas.

El silencio ante la posibilidad de huelga

El colectivo arbitral lleva meses bajo una presión constante. Se ha hablado de huelga, de protestas, de parón del fútbol… pero nada termina de concretarse. Y la razón, de nuevo, parece ser el dinero. “Aguantan por la situación económica y boyante que tienen”, afirma Iturralde. El temor a perder sueldos de seis cifras frena cualquier atisbo de rebelión.

La paradoja del arbitraje español

Mientras en otros países como Italia, Francia o Alemania los árbitros tienen remuneraciones más modestas, en España el colectivo goza de un sistema privilegiado. Sin embargo, esa bonanza económica no se traduce en autoridad ni en independencia real dentro del campo. Al contrario: cada vez son más las voces que denuncian decisiones arbitrales condicionadas por el escudo rival, especialmente cuando en frente están Real Madrid o FC Barcelona.

El prestigio del arbitraje español está en entredicho, y no por falta de talento técnico, sino por un entorno que ha favorecido la autocensura, la pasividad y el miedo a la represalia económica.

¿Hasta cuándo?

Mientras los árbitros sigan atrapados entre el miedo a la pérdida de sus privilegios y la presión de los grandes clubes, el fútbol español seguirá sumido en la desconfianza y la polémica constante. La solución pasa por una reforma estructural que garantice independencia real, protección institucional y transparencia absoluta, pero sobre todo por una toma de conciencia: no se puede ser árbitro de élite si uno no está dispuesto a pitar lo que ve, sin mirar el escudo.