Esto es lo que pagó Peter Lim por el Valencia CF y el dineral que pretende ganar ahora con el equipo al borde del descenso

En octubre de 2014, Peter Lim aterrizó en Valencia como un salvador. Con un gran despliegue mediático y una bienvenida de auténtico héroe, Mestalla le recibía con un enorme mosaico que decía: "Benvingut Peter". En aquel momento, el magnate singapurense se hacía con el 70% del club por apenas 320 millones de euros, una cantidad que incluía la reestructuración de la deuda con Bankia, la Generalitat y otros acreedores.
Desde entonces, el Valencia CF ha pasado de soñar con competir en la élite a convertirse en un equipo en decadencia, sin rumbo y coqueteando con el descenso a Segunda División. Sin embargo, hay algo que sigue intacto en la cabeza de Lim: el negocio ante todo. Ahora que su gestión ha llevado al club al borde del abismo, el empresario tiene claro que solo se marchará si alguien le paga más de 500 millones de euros.
Un negocio redondo… para Lim
Cuando Peter Lim compró el Valencia CF, asumió un crédito de 92 millones de euros de la Fundación del club, reestructuró una deuda con Bankia y prometió 150 millones de inversión para sanear y reforzar el equipo. También se comprometió a acabar el Nuevo Mestalla antes de 2019, algo que, una década después, sigue siendo una obra fantasma.
Lo curioso es que, a pesar del desastre institucional y deportivo, Lim quiere ahora multiplicar su inversión. Si en 2014 se llevó un Valencia CF con un estadio a medio construir, una deuda asfixiante y un equipo de Champions por 320 millones, ahora pretende venderlo por más de 500 millones, cuando la situación es, en muchos aspectos, peor que cuando llegó.
Los requisitos de Lim para vender: mantenerse en Primera y terminar el estadio
Peter Lim sabe que nadie va a pagar medio millón de euros por un equipo en Segunda División y con el Nuevo Mestalla en ruinas. Por eso, antes de vender, quiere cumplir dos requisitos clave:
1️⃣ Evitar el descenso: La pérdida de categoría supondría una caída brutal en los ingresos por derechos de televisión y, por tanto, un bajón en el valor del club. Así que Kiat Lim, su hijo y nuevo presidente, tiene la misión de mantener al Valencia en Primera a toda costa.
2️⃣ Finalizar el Nuevo Mestalla: Desde que compró el club, Peter Lim ha jugado con el estadio como moneda de cambio. Ahora, necesita que las obras avancen para que el Valencia gane atractivo ante posibles compradores.
Si ambos objetivos se cumplen, Lim aspira a sacar una enorme plusvalía por un club que ha gestionado de manera desastrosa. En otras palabras: quiere vender un Valencia más deteriorado que el que compró, pero a un precio mucho mayor.
La ironía de la historia: un club peor, pero más caro
El Valencia CF de 2014 tenía una deuda grande, sí, pero también contaba con una plantilla de nivel europeo, una afición ilusionada y un potencial de crecimiento real. Hoy, después de años de malas decisiones, ventas de jugadores clave y una nefasta gestión deportiva, el club se tambalea, vive una guerra constante con su afición y su imagen institucional está por los suelos.
Sin embargo, Lim cree que ahora vale más. Como si el hecho de haber paralizado el estadio, haber pasado años sin invertir en el equipo y haber convertido al Valencia en un club mediocre justificara que su precio se dispare.
De salvador a especulador: la gran jugada de Peter Lim
Peter Lim entró en el Valencia como el hombre que iba a rescatar al club. Diez años después, ha demostrado que su único objetivo siempre fue hacer negocio. Primero compró barato, después desmanteló poco a poco el proyecto, y ahora busca vender caro, sin importarle el estado en el que deja el equipo.
Mientras tanto, el Valencia sigue sufriendo en lo deportivo, la afición se desespera y el futuro es más incierto que nunca. Lo único claro es que Peter Lim no se irá sin sacar el máximo beneficio, aunque eso signifique seguir exprimiendo al club hasta el último euro.
Así que la próxima vez que alguien hable de Peter Lim como un "salvador", habría que recordarle lo siguiente: vino para hacer dinero y no se irá hasta que su caja registradora diga "jackpot".
Y lo peor de todo es que, mientras espera su gran venta, el Valencia sigue hundiéndose poco a poco.