Gil Marín (Atlético de Madrid) cede a las presiones de la UEFA y "renuncia" a impugnar el partido de Champions
El Atlético de Madrid finalmente no presentará la impugnación del partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League contra el Real Madrid, a pesar del descontento con la actuación arbitral de Szymon Marciniak y la polémica en torno a la tanda de penaltis. Aunque en un primer momento el club activó a su equipo legal para estudiar una denuncia ante el Tribunal de Amparo de la FIFA, lo cierto es que Miguel Ángel Gil Marín ha optado por no dar el paso definitivo.
Lejos de ser una decisión basada en la viabilidad del recurso o en la falta de argumentos, la renuncia a la impugnación responde a factores externos que han pesado más que el deseo del club de llevar la situación hasta las últimas consecuencias.
Las presiones de la UEFA y los sponsors frenan al Atlético
El principal motivo que ha llevado a Gil Marín a no formalizar la denuncia es su posición dentro de la UEFA. Como vicepresidente de la Asociación de Clubes Europeos (ECA), el directivo rojiblanco mantiene una relación cercana con los órganos de poder del fútbol europeo. Según fuentes cercanas al club, las presiones desde la UEFA para evitar una confrontación legal han sido determinantes.
Desde la organización ven con muy malos ojos que un club de primer nivel ponga en duda la actuación de un árbitro de la máxima categoría, especialmente en un caso tan mediático. Además, Gil Marín aspira a ganar más peso dentro del organismo y se ha planteado la posibilidad de integrarse en el comité de selección de árbitros internacionales, algo que habría sido inviable en caso de llevar adelante una denuncia de este calibre.
Pero la UEFA no ha sido la única en intervenir. Los nuevos patrocinadores del Atlético de Madrid, Red Bull y Google, también han manifestado su rechazo a una batalla legal. Ambas compañías han entrado recientemente en la estructura de patrocinios del club y tienen un enfoque empresarial alejado de los conflictos judiciales o de disputas que puedan perjudicar su imagen pública. Para estas marcas, una denuncia contra la UEFA podría derivar en un desgaste innecesario, que afecte tanto al club como a sus propios intereses comerciales.
El Atlético se queda sin opciones, pero marca su postura
A pesar de no haber llevado la impugnación a los tribunales del fútbol, en el Atlético se mantiene la firme convicción de que la eliminación estuvo condicionada por una errónea aplicación del reglamento. Internamente, el club ha trasladado su malestar a la UEFA y espera que la polémica abra un debate sobre la interpretación de ciertas normas, especialmente en lo que respecta a jugadas como la del penalti de Julián Álvarez.
En otras circunstancias, el Atlético habría presionado hasta el final para buscar justicia, pero en este caso las altas esferas del fútbol y los intereses comerciales han hablado más alto. Gil Marín, atrapado entre su posición en la UEFA y los deseos de sus patrocinadores, ha optado por la prudencia antes que por el enfrentamiento directo.
Una vez más, la relación entre el Atlético de Madrid y la UEFA queda marcada por la tensión y la sensación de injusticia. Sin embargo, con esta decisión, el club rojiblanco parece haber elegido el camino de la diplomacia sobre el de la confrontación. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo podrá seguir soportando estas situaciones sin dar un golpe sobre la mesa?