El Dogfight Wild Tournament 3 vivió su momento más épico con un combate de MMA extremo que enfrentó a Felipe Maya y al veterano Abner Lloveras, conocido como Skullman. Sin reglas, sin guantes y con un único asalto de 15 minutos, la pelea se convirtió en un auténtico duelo de resistencia, táctica y poder, dejando una huella imborrable en la historia del torneo.
Desde el primer instante, la intensidad del combate quedó patente. Felipe Maya, más joven y con una ventaja de cuatro kilos, salió decidido a imponer su físico, conectando golpes certeros que hicieron tambalear a Lloveras. En un intento temprano por cerrar la pelea, Pradinha –como también es conocido Felipe– buscó una guillotina, pero Skullman, con la frialdad que le da su amplia experiencia, resistió y escapó del agarre sin mayores complicaciones.
A pesar de los embates iniciales, Lloveras no retrocedió ni un milímetro. Su estrategia fue clara: absorber el castigo, medir a su oponente y esperar el momento oportuno para atacar. Felipe dominaba los intercambios en pie, pero cada intento de acorralar a su rival encontraba una respuesta táctica de Lloveras, quien utilizaba su veteranía para minimizar el daño y buscar ángulos favorables en el clinch.
El combate no solo fue una demostración de fuerza bruta, sino también de técnica depurada en el grappling. Ambos luchadores se enredaron en intensos forcejeos por el control de la espalda, buscando imponer su dominio en el suelo. Felipe seguía presionando, pero Skullman sabía que la paciencia sería su mejor arma.
Con el reloj avanzando y la fatiga empezando a hacer mella, Lloveras cambió el ritmo del combate con una maniobra maestra. En un giro sorprendente, consiguió colocarse en una posición dominante, neutralizando la ventaja de peso de su oponente. Con la precisión de un cirujano, cerró un mataleón impecable, dejando sin opciones a Felipe Maya y llevándose la victoria por sumisión.
El público rugió en ovación, reconociendo no solo la victoria de Lloveras, sino su impresionante capacidad para remontar un combate que parecía inclinarse a favor de su rival. Exhausto pero victorioso, el catalán apenas pudo articular unas palabras en la entrevista post-pelea, dejando que el sudor, los golpes y la emoción del momento hablaran por sí solos.
Este enfrentamiento no solo fue el clímax del Dogfight Wild Tournament 3, sino que pasará a la historia como uno de los combates más intensos y memorables del torneo. Un choque entre juventud y experiencia que dejó claro que en el DWT, la estrategia y el corazón son tan importantes como la fuerza bruta.