Esta es María Tato, la cesada por el escándalo de las sedes del Mundial que monta "fiestas" en una bodega de Morata de Tajuña

María Tato
María Tato

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha hecho oficial la salida de María Tato como máxima responsable de la candidatura conjunta de España, Portugal y Marruecos al Mundial de 2030. Aunque el comunicado habla de “cese tras la entrega del informe técnico”, lo cierto es que su marcha se produce en pleno escándalo por la selección de estadios que podrían acoger partidos del torneo. Pero detrás de su caída hay más: redes de contactos, vínculos empresariales e influencias políticas y territoriales que ahora salen a la luz.


¿Quién es María Tato?

Mucho más que una directiva vinculada a la RFEF, Tato ha sido durante años una figura con peso discreto en el entorno institucional y deportivo. Considerada parte del entorno del llamado "rubialismo", su ascenso se consolidó bajo la gestión de Luis Rubiales, pero su influencia no se limitaba a los pasillos de la Federación.

Fuentes próximas a su entorno hablan de reuniones privadas y discretas en una conocida bodega de Morata de Tajuña, donde se daban cita altos cargos, empresarios, miembros del Gobierno e incluso secretarios de Estado. Según diversas fuentes, estos encuentros periódicos se han convertido en espacios informales de networking político-empresarial, donde la presencia de Tato era habitual.


Relación con Marruecos y vínculos con el País Vasco

Otro de los aspectos que rodean a la exdirectiva es su estrecha relación con círculos empresariales y políticos marroquíes, un vínculo que no ha pasado desapercibido. No era raro verla en eventos oficiales organizados por autoridades del país norteafricano, lo que ha despertado cierta suspicacia, teniendo en cuenta el contexto de la candidatura conjunta con Marruecos.

Además, algunas fuentes apuntan a su afinidad con figuras influyentes del País Vasco, algo que ha cobrado relevancia tras el polémico descartado del estadio ABANCA Balaídos (Vigo) en favor del estadio de Anoeta (San Sebastián), lo que ha alimentado sospechas sobre posibles decisiones influenciadas más por vínculos personales o territoriales que por criterios técnicos.


El escándalo: cambios de puntuación y una dimisión con más preguntas que respuestas

La polémica estalló cuando se descubrieron modificaciones en las puntuaciones técnicas de los estadios. Anoeta y Cornellà-El Prat, que inicialmente habían recibido 15 puntos, fueron finalmente recalificados con 20, lo que cambió por completo el orden de preferencias y dejó fuera a Vigo.

Tato explicó que se trató de un "error técnico" corregido a tiempo, aunque audios filtrados publicados por El Mundo sembraron dudas sobre la transparencia del proceso. La RFEF, por su parte, insiste en que no hubo manipulación, pero los interrogantes persisten.

Mientras tanto, los otros dos miembros del comité de la candidatura —Fernando Sanz y Jorge Mowinckel— abandonaron el proyecto tras la llegada de Rafael Louzán a la presidencia. Solo Tato permaneció en su cargo, según la Federación, para finalizar tareas pendientes.


¿Chivo expiatorio o responsable directa?

Su cese ha sido interpretado en algunos sectores como una forma de cerrar el escándalo sin asumir responsabilidades colectivas. El daño a la imagen de la RFEF ya está hecho, y la salida de Tato busca pasar página cuanto antes para centrarse en la organización del evento.

Sin embargo, las preguntas siguen sobre la mesa:

  • ¿Quién autorizó los cambios de puntuación?
  • ¿Por qué no se comunicaron de forma transparente?
  • ¿Qué papel jugaron los vínculos personales y políticos en la toma de decisiones?

Un nuevo rumbo… con una mochila cargada

Desde la Federación, la consigna ahora es mirar hacia adelante. “La candidatura ya quedó atrás. Ahora es el momento de construir”, dijo Álvaro de Miguel, secretario general de la RFEF. Pero este episodio ha dejado en evidencia falta de control interno, opacidad en los procesos y una estructura aún marcada por prácticas cuestionables.

María Tato ya no está en el proyecto. Pero su huella —y su red de contactos— siguen siendo una pieza que genera más dudas que certezas en el camino hacia el Mundial de 2030.

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